martes, 12 de noviembre de 2019

Wiphala





Brújula del sur,
territorio de viento y sol en el que nacimos. 
Baila la memoria americana en sus colores:
son latidos, voces, saberes, abrazos.
Amarillo los ríos que emergen de las venas de Gigantes dormidos en medio de la Pampa,
la luz de abril.
Las calles crujientes de hojas secas,
los patios llenos de pájaros con el sol de la siesta en la garganta.
Naranja los atardeceres 
cuando llega la hora de las brujas
y cantan los grillos que mueven las manos del guitarrero.
Naranja es la tierra caliente,
roca embravecida,
luz en la oscuridad el sabor de los besos,
durazno maduro estallando en la comisura de los labios,
fiesta para los cuerpos el jugo de la ternura.
Roja la alegre rebeldía
con la que resistimos y amamos con amores nuevos,
no tipificados.
Rojo el verano de los cuerpos libres,
las lenguas buscándose,
“disfrutando" ese instante alucinado en el que la muerte no importa. 
Roja la memoria americana,
el amor grande por el que salimos a la calle,
a los barrios,
al arte
y nos reinventamos tendiéndonos las manos en el grito.
Rojas las estrellas de mi constelación,
el acecho de une misme,
la tozudez de con la que buscamos 
y nos levantamos
una
mil veces en la tormenta.
Violeta el fuego que abre las dimensiones
y abraza en su calor,
lo que necesitamos cambiar.
Violeta lo que no puede definirse 
y es magia: 
                    violeta nosotres,
la última luz del día sobre los cerros en las altas cumbres,
el color de las lágrimas,
el sabor del vino cuando estamos bien acompañades
y el humo del tabaco cuando dice la palabra verdadera.
En el azul oscuro habita la humildad,  
Para que tus ojos abriguen luz
y no encandilen sino que inviten a pasar.
 Azul el frío que llega con la ancestralidad de los glaciares,
el invierno y sus salamandras,
hornos de barro donde se cuece el pan de nuestros los pueblos
y la quietud de la tierra invita mate con pasta frola.
Azul el sonido del bandoneón
y la danza del invierno que guarda el calor en el abrazo sostenido.
Verde la medicina de la tierra,
gran serpiente dormida bajo la cordillera.
Verde la boca del campesine,
El silencio de la Coca hablando en el corazón.
Verde la frescura de la menta,
ojos de albaca y aceituna que miran transparentes los cuerpos mestizos de nuestra matria. 
Verde la danza de los sauces sobre el río,
la vida estallada en música en el valle de punilla cuando llega el festival
y flotan las chacareras sobre cauce del Yuspe
Blanco el mapa que traza la luz,
ese pequeño espacio donde el abrazo es posible
y no existe el color,
ni el tiempo.
  


lunes, 3 de junio de 2019

Eclipsarnos




El tejido de las horas es lento,
Silencioso,
irrevocable.
El encuentro,
sucederá.
Estamos viajando aún cuando no podemos sentirlo.
Cruzamos la tierra por esa intimidad del amor
cuando el abrazo se convierte en una casa donde estar a gusto.
Danzarse con otres.
Una y mil veces nos eclipsaremos.
Pasarán las eternidades en el rocío del amanecer,
este mundo envejecerá,
nosotres no.
Naceremos siempre
la sabiduría de la luz crecerá en nuestras células,
y las palabras,
nunca entenderán lo que sucede.
Como ahora,
que cruzas la calle en esta madrugada de viento y misterio,
se eclipsa la luna,
pero vos guardas una lucecita para mí en el gesto de sonreírme con los pelos al viento
y el rostro trasnochado
mientras cruzás la calle despoblada de la medianoche.
No tengo palabras,
tengo certeza.

domingo, 21 de abril de 2019

Serpiente-Pueblo de las mujeres


















Ruge la serpiente-pueblo de las mujeres
Sobre su piel, 
la historia femenina.
Escrita con resistencias
y manos entrelazadas
Ahí está el dolor que se va en silencio de tan profundo.
Despertamos estrujadas.
Enroscamos la cuerpa,
nos apretamos contra nosotras mismas para evitar disolvernos.
Otra noticia.
Otro nombre que no dice las vidas que se ahuecan en una ausencia
Las infancias decapitadas,
el dolor en los dientes,
la sangre en las encías,
el horror,
la impotencia,
el miedo
hechos memoria celular en nuestros úteros enfermos.
Nos enroscamos entre las cosas cotidianas,
apretamos el filo de los mandatos y el desamor,
abrimos heridas en la piel
y el dolor histórico es cuerpo:
El tuyo, el mío.
Cuerpes herides,
con llagas invisibles y paralizantes.
Pero la serpiente está ciclando,
cambiando de piel.
Mutando siglos sobre su rugido inesperado
y para siempre.
Se cura así misma,
febril, aguerrida y amadora.
Ruge,
muestra sus colmillos
abre sus ojos reptilianos en las pupilas de sus hijas
y enciende la certeza de la cazadora:
                                                             es ahora.



lunes, 25 de febrero de 2019

Conversaciones invisibles
















Estoy en la eternidad,
respiro sobre el pecho de un Gigante que se volvió roca de tanto soñarnos
y busco en esta sabiduría,
dejar ir con el río
–una vez más-  
esa herida por la que me convierto en mi propia víctima.
Los cóndores llegan a danzar sobre mi cabeza,
Soy consciente de la oportunidad
pero no tengo nada que pedir.
estoy en el umbral de mi tiempo,
hice el proceso contrario de cualquier humano:
perdí.
En la mitad de mi vida,
no me queda nada
y no soy triste por eso
Me fui despojando
a fuerza de entrega
y arrebato. 
Lo que deseaba en ese entonces,
se vuelve difuso hoy que comprendo que el anhelo de lo extraordinario,
es común a todes
y miramos lejos
lo que está cerca;
amor correspondido,
creatividad,  
aventura,
territorio,
trinchera izquierda de mi país de pájaros.
Estoy,
permanezco.
Disfruto lo que llega.
Amo sin expectativas,
hago mi mejor intento,
comparto
si me piden.  
El río no se apura con el deseo
ni se puede cambiar la dirección de la tormenta cuando viene hacia una.  
La magia existe
y la suerte
también.
No siempre se trata de mérito,
menos en el amor.
Entiendo:
                      estas son las reglas del juego.
No tengo nada que pedir o preguntar ante las puertas del misterio,
La luz vertical del mediodía atraviesa mi corazón y lo fortalece,
solo puedo agradecer
decir “acá estoy; no me suelto”
Que mis pasos no aplasten los brotes que crecen en el campo,
Que mi sombra deje de rasguñarme
y quiera bailar conmigo
y si alguien algún día
decide amarme,  
me abrace
tal cual estoy.

miércoles, 24 de octubre de 2018

Animal


El olor de la tierra húmeda alivia las mandíbulas apretadas,
las ciudades nos convencen que la supervivencia está en
                                                          soportar o morir
Apretamos los dientes,
en vez de mostrarlos.
Cerramos la glotis en vez de abrirla
y gritar.
Gritar.
Si,
con la cara bien roja,
llena de venas hinchadas
y los ojos feroces para ahuyentar al perpetrador .
Soportar es quedarse inmóvil
la quietud
es muerte
¿Hasta dónde puede resistir un cuerpo?
Por eso la tierra húmeda alivia,
por que recuerda.
sostiene
susurra
y abre los ojos del reptil agazapado en el cuenco del cráneo
Defenderse,
proteger la cría,
sacar las uñas,
darle batalla a la muerte
¿hasta donde puede un cuerpo tolerar su propia crispación?
Respirar,
ablandarse
las flores de los jazmines entre los basurales de mi barrio
quiebran el horror con dulzura,
nacen en las veredas de les pobres
para recordarnos que lo bello,
también nos pertenece
los jazmines cuando florecen traen siempre el abrazo de mi madre:
ese país en el que todo está bien
y no existe la indiferencia.
¿Hasta dónde puede resistir una psiquis hambrienta?
el alimento que trae la fuerza,
no es sólo la comida.
En esta latitud de trigo,
amasamos pan que no nos pertenece,
les vecines
lo ven pasar frente sus narices,
"nieguen sus tripas" -es la orden
¿en serio?
¿no es un acto de rebeldía?
tomar ese pan tibio,
sabroso,
hecho con nuestro esfuerzo
y saciarnos.
Es un acto de rebeldía
bailar,
hacer un asado con los últimos pesos del mes
e invitar a les amigues.
Es un acto de rebeldía tomarse un vino,
mirarnos a los ojos,
rozarnos,
gustarnos,
Abrir las bocas,
las manos,
las piernas,
los corazones.
Sacar la lengua,
lamernos,
saborear pieles
y calmar juntes las hambres.
¿Hasta dónde
puede
resistir un cuerpo?
Lo salvaje nos salva.
Locura es sentir vergüenza,
negar lo necesario,
mentirnos a nosotres mismes
y dañar.
¿Cuanto frío puede soportar un corazón?

sábado, 15 de septiembre de 2018

Sueños Diurnos






 Sueño con colibríes.
Abandonan sus vuelos solitarios,
y llegan en bandadas.
Estamos amaneciendo
abrazados
sobre la selva.
No puedo verte
pero sé que sos vos
porque reconozco las heridas,
el calor de hogar en ese espacio entre tu cuerpo y el mío.
Vuelvo a cerrar los ojos,
sonríe la piel,
donde quiera que estés,

nos hemos perdonado.

lunes, 30 de julio de 2018

No queda otra


Lo supe entonces,
lo sé ahora;
sentada en este vagón.
El incendio alrededor del camino, augura cambios
las chíspas de la velocidad, peligro
la tensión del cuerpo, mi sangre en estampida,
el amor.
Otra vez el amor y la telenovela de las 9. 
Voy.
Con destino incierto, 
a cumplir mi destino.
Ese que construimos tiempo atrás
cuando podrían haber servido los oráculos,
las advertencias,
los consejos.
"no hagas esto"- "hacé aquello"- me dicen ahora
y yo sonrío porque sé que ya no puedo bajarme de este tren.
Aunque se estrelle
y se haga trizas mi corazón.
No puedo.
Pero como quien no quiere la cosa,
voy guardando soles de invierno en mis bolsillos,
para entibiarme las heridas 
cuando llegue la hora.