1.
¿De quién son estos muertos sino
míos?
Historias de otros surcan mi
historia.
Yo tejo el universo con el que me
nombro,
pero el hilo
llega ancestral a escribirme la
piel con hábitos
que marcan rupturas en los días.
Siempre el abismo cercando mi paso.
Catacumbas de aire
por donde se asoman los ojos de
quienes olvidaron el camino al cielo.
Se enroscan en mis rodillas,
amedrentando las pulsaciones,
llamándome invisibles sobre los
hombros.
Pidiendo. Reclamando.
Esta raíz respira conmigo,
hinchada de fuego
se hunde profunda en la tierra oscura.
Vengo de esas profundidades,
gestando mis propias muertes voy
naciendo.
Me reconozco y me parto
para volver.
¿Quiénes fueron mis ancestros si no
fui yo?
Ordenar. Limpiar. Hacer lugar para
cada cosa.
Devolver. Tomar. Construir espacio.
Poder elegir.
Te veo:
incorporo lo que falta
y te pido
Dejáme seguir.
2.
Caigo de
rodillas
Soy/ frente
a mi
y el
espejo somos todas.
Mujeres que
trabajan hasta el hartazgo
con el
hambre haciendo arcadas en las entrañas.
Mujeres
viviendo en silencio/
esclavas
pariendo hijos esclavos.
Llevo entre
mis omóplatos
el grito
como un
tatuaje doliente y esperanzado en la revancha de un día.
Mujeres que
amasan el pan/ limpian la casa/ atienden al marido.
Mujeres que
no saben de caricias/ ni del amor de los hombres.
Mujeres-pájaro
heridas,
viendo
pasar el tiempo como una película que siempre dice lo mismo
recreando
la pobreza sobre el barro de su casa/
muriendo en
el anonimato con la angustia hecha carne.
Yo soy
ellas.
Y también
soy esas
mujeres que por amor,
se abren
camino en la selva,
se animan
al mundo
y luchan como
pueden
para no
acostumbrarse a la tristeza.
Mujeres que
saben el lenguaje de la tormenta,
que
enloquecen
y se
enfrentan al espejo
para refutar la historia.
Llevo en mi
la contradicción,
mi voz les
canta/ las invoca/ las celebra
porque son
ellas las que se levantan en el amanecer
silenciosas/
gritando/
a recorrer
los caminos del mundo/
sostenerlo
y
transformarlo.
3.
“si al menos
pudiéramos alcanzar al otro con un gesto
tal vez lo salváramos
salvándonos”
Yolanda Gozalvez.
¿Dónde la línea divisoria entre los
míos y los tuyos
si somos siempre un nosotros?
El costurero de mis abuelos,
las herramientas y semillas del huerto,
los platos de sopa,
el fusil empuñado,
el llanto del victimario recorriendo
la cadena de vidas.
¿Quienes son estos muertos?
A quién le duele el hijo que se
lleva la violencia,
A quién el basural de mi
barrio,
el padre asfixiado en las minas,
los hematomas en mi piel.
Quién se avergüenza por aquel que
incendió casas en la miseria,
familiar de quién, los ojos
escarchados en la intemperie de la noche.
Quién responde por vos cuando no
podes dejar de mentir.
Estuve en el comienzo,
todos tenemos el mismo apellido.
¿Mis muertos?
Lo único que veo son cauces de un
mismo río.
Movimiento dominó al centro del
cosmos,
procesión de generaciones
percutiéndose unas a otras.
Asumir tu lugar es saberte el mundo
entero.
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