Marco
No reconoce sus canas, ni su barriga. Allá, en sus años mozos, fue el "Rey de la Belleza del Trópico". El sigue siendo ese muchacho. De acuerdo a su reputación, se acerca a contarme de las viajeras que se han enamorado de él. Después me invita una cerveza. "Ya no tengo dueña"- me dice guiñándome un ojo.
Sus amigos cuentan como RossMary, la mujer que trabaja en el hospedaje de su padre y otra mujer del mismo pueblo, se pelean por él en el mercado central. "Eso ya fue"- me dice con gesto de superación y orgullo.
En la madrugada, la voz de Marco retumba por los pasillos del hospedaje rogándole a RossMary que le abra la puerta de su cuarto.
Antonio
"La vida del maestro rural es vida de gitano"- recita Antonio, mientras se pinta de oscuro los cabellos blancos de su cabeza. "Tengo 9 hijos, 4 del primero y 5 del segundo. Es casi como no tener ninguno...nunca los veo."
Parte de su profesión el desarraigo, se interna en la selva a comienzos de marzo y recién vuelve a la ciudad de Trinidad en diciembre.
"Lo mejor de Bolivia es el cementerio y el manicomio de Sucre, la ciudad Blanca" -me recomienda y evoca sus años de estudiante en aquella ciudad. "¿Será por eso?"- me pregunto sin comprender.
Ya no tiene mujer, afirma por la tarde. En la mañana, su voz endulza el canto de los gallos, al pedirle a Ella que venga a visitarlo.
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