Recen Comadres,
recen,
que la luna esta creciendo
y yo despido al sol con los pies llenos de mar.
Recen Comadres,
que desde acá,
puedo oír sus voces,
como abejas laboriosas
envolviendo mi corazón estrujado de amar entre tanta incertidumbre.
Reconozco sus párpados cerrados bajo la luz de las velas.
Recen Comadres,
llámennos,
no nos dejen olvidar
ni caminar sin saber
qué forma y cuánto peso tenemos para erguirnos ante nosotros mismos
y sostener el encuentro.
Recen Comadres,
que el salto otra vez está dispuesto sobre el camino
y el jaguar encerrado en el círculo de sangre de mis antepasadas
amenaza con devorarme.
¡Hay Comadres!
Algo me dice que voy a necesitar de su canto.
Lo siento detenerse,
volver a dudar
y yo no puedo estarme quieta.
Que esta vez no nos asuste el amanecer,
que me encuentre,
que sea Amor
y sembradío.
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