jueves, 19 de julio de 2018

TEMBLAR



Amanece el movimiento,
llega el fuego, 
la claridad, 
el calor 
el hacer. 
La gente hace,
se hace,
se sostiene

...yo tiemblo.
Tiemblo en mi profundidad abismada,
en la rigidez del cuerpo,
en el aguacero de mis pupilas.
No soy de acá.
Ahora lo sé
pero en la medida de mis posibilidades,
elijo,
por eso tiemblo.


Tiemblo
y me aferro a la esperanza de que después de este momento en el que las plantas de mi jardín
amanecen mutiladas
hay otra cosa.
Tiemblo en silencio
y acepto:
amar no nos hace importantes para las personas que amamos,
el esfuerzo no siempre tiene recompensas,
el corazón también se equivoca,
y aunque no podamos verlo ahora,
estamos yendo hacia algún lugar,
arrojados al devenir
no hay protección ni adelanto.
Tiemblo porque ahora sé que el Deseo
se ha convertido en mi victimario
y entonces,
sólo queda este gesto ínfimo de resistencia:
temblar de amor,
de horror,
de impotencia,
de tanto hacer fuerza para detener el movimiento insalubre y cotidiano.
Temblar
- finalmente-
como un pétalo conmovido por el viento,
por su propia fragilidad,
por su propia belleza.

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