jueves, 14 de abril de 2011

JUGAR

Te propongo universos para que los destruyas,
vení. Pasá. Hacé música con este cuerpo,
que yo bailo como me plazca.
Compongamos juntos:
un abrazo no existe si no hay dos

1.
La marea llega escurridiza,
juega a ser inofensiva,
se acurruca entre las piedras,
te toca como sin querer...
Iemanja es traicionera;
pero el navegante lo sabe y se divierte.
Se deja acunar por el remanso,
se mueve desparramando luces,
noctilucas chorreando por la piel
y el cielo esta en el agua.
Luna embravecida,
vientre tibio del universo
la noche se agita en el mar
y es momento de correr tormenta adentro
ola tras ola.
Ni un paso en falso
es tarde para el miedo,
ahora sólo queda el cuerpo:
país de las maravillas,
territorio lúdico,
latidos que se cantan y se celebran
para ser una canción que pulsa vida y otros milagros.


2.
La risa estaba desde el comienzo...
Suavecita,
reverberando en la yema de los dedos.
Desde ahí te toca,
haciendo como que no.
La distancia entre los cuerpos se vuelve espesa
y ella quiere sentirla.
Ahora se hamaca entre las cuerdas vocales.
Lenguaje ancestral,
llamador que abre la caja de Pandora
y la curiosidad se expande aventurera:
ya no basta con los demonios y las tormentas,
hay que perseguir la peste del deseo hasta el encuentro con el continente vecino.





3.
Barrilete,
pies sobrevolando el verde.
Colchón de agua, cama elástica, almas voladoras.
Te juego a las escondidas,
viejito toca lo es,
Carnaval, agua estallando en cosquillas.
Burburjas de colores al sol del mediodía.
Me escondo detrás de tu espalda,
los dedos son bailarinas que convierten escenarios en toboganes ripiados.
Merienda con los pies en el río,
jugo de frutas en la comisura de tu boca
jolgorio de sabores estallando anaranjados.
“Piedra libre” –dijiste la primera vez que te vi
y mis ojos se encendieron divertidos.
¿Jugás conmigo?
Pero no me hagas llorar,
la lucha libre es sólo para sentirnos un poco más cerca.

sábado, 2 de abril de 2011

Hay una noche que llueve dentro de esta poesía.
La soledad danza entre los charcos de las veredas y luces amarillentas.
Estoy en casa.
Y las palabras peregrinan por mis manos,
buscando lugar en el papel.
Hay tanto por decir.
Hay tantas cosas que elijo no decirte.
El poema se lee en doble trama,
lo que dice y lo que calla.