domingo, 16 de marzo de 2014

Creciente

La mar está hambrienta.
Se devora a sí misma
y devuelve cadáveres en la orilla.
Nos Reclama,
pide por nosotros,
pero yo solo tengo esta muerte entre mis manos:
Anónima,
pequeñita,
descuajeringada.
No tengo con quién llorarla,
ni dónde enterrarla.
Es tan mía,
tan sola y mía,
que ni putearte puedo.
La he sentido agonizar en el cuenco de mis manos,
resistir la noche abismada
y apretar los dientes hasta sangrar.
Luna que se fue derritiendo hasta ser un charquito de agua turbia
y deslizarse por la herida que hay en esta certeza:
no voy a perdonarte ser tan predecible en el temor.

II.

Pero Ella sigue,
reclama,
avanza sobre las profundidades,
levanta el sedimento,
espuma negra se vuelve su boca
y embravecida se rompe
cantando mi canción.
Repito:
solo tengo esta muerte
y el deseo que te mueras con ella.
No vamos a tener epitafios,
no estamos documentados en el mapa del tiempo,
fuimos actos que nadie atestiguó
y un par de indefiniciones con las que fagocitamos nuestras estrellas
hasta convertirlas en polvo debajo de mis pulmones.
Entrego
y pido:
"Madre de las transformaciones,
llévame,
destruime entre las rocas,
devorame,
volveme espuma,
noctiluca, si es que lo merezco,
pero  no dejes nada que se me parezca,
no me permitas ser tan igual a mi."

jueves, 13 de marzo de 2014

Plegaria para nosotros

Recen Comadres,
recen,
que la luna esta creciendo
y yo despido al sol  con los pies llenos de mar.
Recen Comadres,
que desde acá,
puedo oír sus voces,
como abejas laboriosas
envolviendo mi corazón estrujado de amar entre tanta incertidumbre.
Reconozco sus párpados cerrados bajo la luz de las velas.
Recen Comadres,
llámennos,
no nos dejen olvidar
ni caminar sin saber
qué forma y cuánto peso tenemos para erguirnos ante nosotros mismos
y sostener el encuentro.
Recen Comadres,
que el salto otra vez está dispuesto sobre el camino
y el jaguar encerrado en el círculo de sangre de mis antepasadas
amenaza con devorarme.
¡Hay Comadres!
Algo me dice que voy a necesitar de su canto.
Lo siento detenerse,
volver a dudar
y yo no puedo estarme quieta.
Que esta vez no nos asuste el amanecer,
que me encuentre,
que sea Amor
y sembradío.