lunes, 13 de marzo de 2017

Diario de un Luto

Día después de muchos días:

Centro del cuerpo mío,
herida sangrante,
herencia lunar con la que me convoco, 
una vez más,
a soltar lo muerto.
Se abren las puertas de la noche
y vos, 
al fin, 
llegas.
como siempre, 
como nunca,
espacio de ensueños donde hemos vivido más que en ningún otro lugar:
Casi reales, puras quimeras. 
Un enigma que se vuelve certeza en el cuerpo.
Una llave que abre la única verdad que hubo 
y traen el dolor de esta paz con la que celebro:
Al fin te encuentro,
agazapado detrás de mi guerra por mutilar tu nombre
y romperte en mil pedazos hasta que seas cualquier ser que habita esta ciudad.
Al fin te encuentro
y se calma mi fiebre,
suelto las armas y la armadura,
para bailar con esta pena tan pura
que ilumina,
esta pena con la que vuelvo a sonreír y agradezco:  
Al fin, 
te extraño.
Te extraño y comprendo
Por qué tanto andar y andar: Amor, fue por Amor.
Al fin, 
puedo entonces, 
soltar estas palabras al viento:

Primeros días: 

Enmudezco.
Te vas.
No querés irte – decís.
Pero te vas. Otra vez.
Llorando, te vas, 
pero te vas.
Y con vos se van los caminos andados hasta hoy.
Se va el monte, las sierras, la selva y los ríos.
Se va la luna
y mi profunda estupidez.
Muda me quedo.
Solo puedo sentir la asfixia en las madrugadas,
los músculos contraídos,
la taquicardia 
y una fuerza nacida en el fondo de mis ovarios,
con la que me levanto todos los días, 
espíritu de girasol buscando el amanecer.


Mar:


Me recupero de tu ausencia como una adicta.
Me engaño, pongo metas estúpidas:
después que termine de lavar los platos,
hasta el viernes,
hasta mañana,
después de estos minutitos.
Busco distancias geográficas
y pongo cualquier obstáculo ridículo que me impida llegar hasta vos.
Me armo una listita,
para recordar todos los días.
Una listita que dice así:

Instrucciones para desintoxicarse de una adicción al desamor:


  • Correr lo más lejos y rápido posible
  • Nombrarte, fuerte y claro. No importa cuánto te hayan ignorado, no has desaparecido.  
  • Aceptar todo. 
  • Perdonarte. Fuiste común en la gilada con el resto de las mujeres nacidas en un sistema patriarcal, no importa cuán feminista ni revolucionaria seas, la revolución cotidiana en las relaciones interpersonales sigue siendo un campo de batalla muy difícil de ganar. Esta vez, lo perdiste, ¿y qué?
  • Dejarlo ir, es tu revolución y tu gesto de amor más grande. 
  • Reirte cuando te arrepientas de haber escuchado a tus amigas: tu decisión no fue apresurada.
  • Lo que tenés para decir, es importante.
  • Lo que necesitás es importante.
  • Lo que hacés, es importante y además, ¡hermoso! 
  • Sos linda
  • El placer siempre fue tuyo, no le pertenece a nadie.
  • No te arrepientas de lo que entregaste, pero no lo vuelvas a hacer...si no hay reciprocidad en el gesto. 
  • No mirar hacia atrás, por más difícil que sea.
  • Hacer cosas nuevas.
  • Empoderarse de la decisión de no convivir con el desamor, ni con la muerte, ni con un pecho frío que mina de abismos tu camino.
  • Dejar que se muera la soberbia con la que creemos amar y en verdad luchamos.
  • Hablar del desamor, de la forma más clara y menos dramática posible: “Los gestos que no llegaron en el momento preciso. No llegarán nunca. Cuando no te quieren, no te quieren. Fin

Un día frente al mar:

Ahora lo entiendo:
No vas a ser poema.
La poesía puede abrazarlo casi todo,
incluso la muerte,
pero no puede volverse poema un corazón tibio, indeciso, semi muerto.
No puede ser poema la cobardía de entregarse a las circunstancias sin dar batalla por aquello que decimos querer.
No puede ser poesía el gesto cómodo con el que entramos a una relación poniendo casi nada.  
No vas a ser poema.
Se calla la poesía. 
Se niega a pronunciar el capricho de una mujer enamorada
que sembró su corazón ante los muros donde se estrellaron uno a uno sus grandes y pequeños gestos de amor.
No hay poesía donde se ruega la mirada, el cuidado y el adiós. 

Otro Día en el río:

Llego a estas aguas con el murmullo de la sal cauterizando mis heridas,
tomo para mi esta dulzura,
la paciencia que te he tenido,
la alegría que perdí
y los mil abrazos que tenía guardados para vos
y vivo!

Para mí.