Agotado el corazón de mendigar ante tus murallas
aprendió de las virtudes de la piedra:
ahora también sé esperar
y el remedio llega,
como la lluvia que cae en la selva después de un día de
calor,
como esta presencia que me regala la luna,
alivio y misterio,
el deseo que aprendo a tejer a mi alrededor con hilos
invisibles y tibios,
el goce de un instante,
estar presente
cruzar miradas,
sonreír levemente
rozarse
El placer es deforme,
un monstruo insaciable si está bien alimentado.
Los contornos se desvanecen en el torrente,
somos este jadeo,
la precariedad de tiempo y espacio,
la decisión de coincidir
Sosteneme con firmeza
y no sueltes la ternura que vamos a morir un poco en este abrazo.
te prometo que me quedo hasta que vuelvas a respirar
y puedas
abrirme la puerta.