domingo, 29 de abril de 2018

De cansancios y placeres



Ya no pido nada,
Agotado el corazón de mendigar ante tus murallas
aprendió de las virtudes de la piedra:
ahora también sé esperar
 y el remedio llega,
como la lluvia que cae en la selva después de un día de calor,
como esta presencia que me regala la luna,
alivio y misterio,
el deseo que aprendo a tejer a mi alrededor con hilos invisibles y tibios,  
el goce de un instante,
estar presente
cruzar miradas,
sonreír levemente
rozarse
saber que sucederemos.



El placer es deforme,
un monstruo insaciable si está bien alimentado.
Los contornos se desvanecen en el torrente,
somos este jadeo,
la precariedad de tiempo y espacio,
la decisión de coincidir
Sosteneme con firmeza
y no sueltes la ternura que vamos a morir un poco en este abrazo.
te prometo que me quedo hasta que vuelvas a respirar
y puedas
abrirme la puerta.